Los lingüistas se interesan cada vez más en la genealogía de
la lingüística.
Grammont pensaba que «todo lo que es anterior al siglo XIX,
no tratándose todavía de lingüística, puede ser despachado en unas líneas».
En un artículo donde anuncia su Lingüística Cartesiana y presenta el concepto de gramática generativa, Noam
Chomsky declara: «Mi propósito aquí no es justificar el interés de esta
investigación, ni describir sumariamente su marcha, sino señalar que nos
conduce, por un curioso rodeo, a una tradición de pensamiento antiguo, mejor aún,
que no constituye un nuevo punto de partida, o una innovación radical, en el
dominio de la lingüística y de la psicología».
Estamos tanto más estimulados a practicar este rodeo cuanto
las referencias principales de Chomsky, en la Lingüística Cartesiana, nos
llevan de nuevo a esta Lógica y a esta Gramática General y Razonada de Port
Royal que Rousseau conocía bien y que es sabido ha tenido mucho valor para él.Por más que en un cierto sentido se pueda hablar de un
cartesianismo fundamental de Rousseau en este respecto, parece que se le debe
reservar un lugar más original y más importante en una historia tal de la
filosofía y de la lingüística.
Rousseau declara, quiere, declara en todo caso querer romper
con toda explicación sobrenatural del origen y del funcionamiento del lenguaje.
Expresa claramente su desacuerdo en lo que respecta al camino seguido por el
Ensayo sobre el origen del conocimiento humano. Condillac parece, en efecto,
tomar como dado la sociedad constituida -y creada por Dios- en el momento en
que plantea la cuestión del lenguaje, de su génesis y de su sistema, de las
relaciones entre signos naturales y signos de institución, etc. Ahora bien,
Rousseau quiere dar cuenta del surgimiento mismo de la convención, es decir,
según él, a la vez de la sociedad y del lenguaje, a partir del «puro estado de
naturaleza».
Rousseau y Saussure conceden un privilegio ético y
metafísico a la voz, los dos sitúan la inferioridad y la exterioridad de la
escritura con relación al «sistema interno de la lengua» (Saussure), y este
gesto, que tiene consecuencias sobre el conjunto de sus discursos, se expresa
en fórmulas cuyo parecido es sorprendente a veces. Así, Saussure: «Lenguaje y
escritura son dos sistemas de signos distintos; la única razón de ser del
segundo es representar el primero».
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